Cómo se determinan el sexo y género

Una mirada detallada al cerebro de los menores podría mostrar las diferencias entre sexo y género, según un estudio publicado en la revista Science Advances

Buenos Aires-(Nomyc)-Ambos factores son términos que con frecuencia se confunden o equiparan en las conversaciones cotidianas, y la mayoría de las personas creen que el género de una persona está determinado por el sexo asignado al nacer, aunque un nuevo estudio realizado con casi 5.000 menores de 9 y 10 años, revela que el sexo y el género se asignan a partes del cerebro muy distintas.

Según los autores del estudio, la investigación ofrece una primera visión de cómo el sexo y el género pueden tener “influencias mensurables y únicas” en el cerebro, del mismo modo que se ha demostrado que otras experiencias moldean el cerebro.

“De cara al futuro, necesitamos considerar ambos sexos y géneros por separado si queremos entender mejor el cerebro”, expresó Elvisha Dhamala, profesora asistente de Psiquiatría en los Institutos “Feinstein para la Investigación Médica” y el Hospital “Zucker Hillside” en Glen Oaks, California, y coautora del estudio, publicado en la revista académica Science Advances.

Los investigadores definieron el “sexo” del menor como el que se le asignó al nacer y en EE.UU., los médicos hacen esta asignación en base a los genitales y según la investigación, a la mayoría de las personas se les asigna sexo femenino o masculino y el resto son intersexuales, es decir, personas cuya anatomía sexual o reproductiva no encaja en este binario masculino/femenino.

Los investigadores definieron el “género” como la actitud, los sentimientos y los comportamientos de una persona, así como los roles construidos socialmente y señalaron, de manera específica, que el género no es binario, es decir que “no todas las personas se identifican como mujeres o como hombres”.

Tanto el “sexo” como el “género”, forman parte de la experiencia humana, son clave para la forma en que las personas perciben a los demás y cómo se entienden a sí mismas y ambos pueden influir, “tanto en el comportamiento, como en la salud”, afirman los autores del estudio.

Los investigadores analizaron los datos de imágenes cerebrales de 4.757 menores de Estados Unidos, 2.315 asignados al sexo femenino al nacer y 2.442 asignados al sexo masculino al nacer, que tenían 9 y 10 años y formaban parte del estudio Adolescent Brain Cognitive Development (ABCD), el mayor estudio a largo plazo sobre el desarrollo cerebral y la salud infantil en Estados Unidos.

Durante un periodo de 10 años, los menores del estudio ABCD se sometieron a exhaustivas evaluaciones de neuroimagen, comportamiento, desarrollo y psiquiatría.

Además de pruebas como las resonancias magnéticas, los científicos realizaron encuestas a los menores y a sus padres, centradas en el género, tanto al principio de la investigación como un año después en las que se preguntó a los menores cómo expresaban su género y cómo se sentían al respecto.

A los padres se les preguntó sobre el comportamiento del menor en relación con su sexo durante el juego y si el menor tenía disforia de género, un término que los profesionales de la salud mental utilizan para describir la angustia clínicamente significativa que se siente porque el sentido que una persona tiene de su género “no coincide con el sexo que se le asignó al nacer”.

Según Dani S. Bassett, coautor del estudio y profesor de los departamentos de Bioingeniería, Ingeniería Eléctrica y de Sistemas, Física y Astronomía, Neurología y Psiquiatría de la Universidad de Pensilvania, “los padres fueron una parte fundamental del estudio”.

“Cuando los menores tienen un determinado tipo de comportamiento o expresión de género, esto influye en la forma en que sus padres y otros cuidadores, amigos y familiares interactúan con ellos” agregó el investigador.

La información sobre la percepción que tienen los padres del sexo de sus hijos dio a los investigadores una mejor idea del entorno social del menor y de cómo puede afectar a su desarrollo cerebral y los autores utilizaron un tipo de inteligencia artificial llamada “Aprendizaje Automático” o “Machine Learning”, que construyó un modelo capaz de predecir el sexo de un menor y el género reportado a partir de su escáner cerebral.

Cuando los investigadores observaron los escáneres cerebrales de los menores, los resultados parecían mostrar que “el sexo influía en distintas regiones del cerebro implicadas en el procesamiento visual, el procesamiento sensorial y el control motor, así como en algunas regiones implicadas en la función ejecutiva, que permite a un individuo organizar e integrar información a lo largo del tiempo”.

El sexo parece influir en algunas de las redes más específicas de los sentidos que están asociadas al sexo, pero también parece tener una influencia más amplia y puede detectarse en diferentes redes cerebrales implicadas en la función ejecutiva, incluyendo cosas como la atención, la cognición social y el procesamiento emocional.

“El hecho de que seamos capaces de captar cómo se mapea el género en el cerebro, de manera básica, nos dice que el género influye en nuestro cerebro”, afirma Dhamala.

La estructura del cerebro humano puede estar determinada por la experiencia y los conocimientos y las investigaciones sobre los taxistas londinenses. que deben someterse a exhaustivas pruebas para demostrar que pueden navegar por las calles de la ciudad sin mapas ni GPS, demostrarían que tienen el hipocampo posterior, la parte del cerebro, relacionada con la memoria espacial y la navegación, significativamente más grande que en las personas que no son taxistas.

“Del mismo modo, como individuos y como humanos, somos expertos en nosotros mismos y en nuestros géneros, por lo que tiene sentido que el género también esté mapeado en nuestros cerebros”, afirma Dhamala.

Pese a ello, lo que el nuevo estudio no puede hacer es “predecir con qué género puede identificarse una persona más allá de una instantánea limitada en el tiempo, captada por los escáneres y las encuestas”.

El género, señalan los autores, “no es algo estático y la idea que una persona tiene de su género, puede cambiar a lo largo de su vida”.

El estudio tampoco puede determinar qué cosas del entorno de una persona influirán en su función cerebral en términos de sexo o género, ni puede identificar cuál puede ser la orientación sexual de una persona.

“La orientación sexual es independiente del sexo y del género”, afirma Bassett, y puede tener una distribución diferente en el cerebro.

Los investigadores afirman que esperan saber algún día “cómo interactúan el sexo y el género en la vida de una persona y cómo se influyen mutuamente y cómo influyen en el cerebro a lo largo de la vida” y también esperan ver cómo ·afectan las distintas culturas al sexo de una persona y a su desarrollo cerebral·.

Una encuesta realizada en 2022 mostró que la mayoría de los adultos estadounidenses, y la gran mayoría de los conservadores, creen que el género de una persona viene determinado por el sexo asignado al nacer.

La distinción es clave para la atención de afirmación de género, el tratamiento médico para las personas que se identifican como un género diferente al que se les asignó al nacer.

Nomyc-16-7-24

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