Lo consiguieron investigadores de una universidad norteamericana
Buenos Aires-(Nomyc)-El diseño de un material catódico basado en hierro capaz de liberar y recuperar cinco electrones por átomo, en lugar del límite habitual de dos o tres, fue logrado por Un equipo internacional liderado por investigadores de Stanford y SLAC, lo que multiplica la densidad energética potencial de las baterías y posiciona al hierro como una alternativa real al cobalto y al níquel, dos metales escasos, caros y con un alto coste ambiental y social.
La innovación, tiene un impacto directo e inmediato en el desarrollo de baterías de iones de Litio más económicas, sostenibles y con mayor rendimiento, pero sus implicaciones van más allá, ya que podría transformar sectores como la imagen médica es decir la resonancia magnética, el transporte ferroviario de alta velocidad e incluso abrir nuevas vías en la investigación de superconductores.
Más allá de lo teórico: cómo se logró: la clave del avance, está en romper las limitaciones tradicionales del estado de oxidación del hierro dentro de la estructura cristalina del material y hasta ahora, los intentos por forzar al hierro a liberar más electrones fracasaban: la estructura colapsaba, el rendimiento caía y la reversibilidad desaparecía y el equipo liderado por Ramachandran, Mu y Lomeli, no solo estabilizó el material, sino que lo hizo funcional en condiciones reales de carga y descarga.
Cómo lo hizo: redujo de manera importante el tamaño de las partículas, a solo 300-400 nanómetros y cultivaron los cristales en una solución líquida diseñada de manera especial, con lo que consiguieron mantener la integridad del material a pesar de la alta exigencia electrónica.
Además, la interacción entre átomos de hierro y oxígeno dentro del compuesto formado por Litio, Hierro, Antimonio y Oxígeno (LFSO), que permitió redistribuir la carga de forma cooperativa, sin provocar reacciones parásitas ni inestabilidad estructural.
Sostenibilidad y justicia ambiental: este avance, no solo es técnico: es también ético y ambiental, ya que la dependencia global del cobalto y el níquel ha generado múltiples problemas: contaminación, explotación laboral infantil y concentración geopolítica del suministro, especialmente en el caso del cobalto, extraído en un 70 por ciento de la República Democrática del Congo.
El reemplazo por hierro, un metal abundante, barato y distribuido globalmente, permite diseñar una cadena de suministro más limpia, más justa y menos vulnerable y además, el creciente uso del Fosfato de Hierro y Litio (LFP), en vehículos eléctricos y almacenamiento estacionario demuestra que la industria ya busca alternativas que prioricen la sostenibilidad.
Pero el LFP tiene una limitación: bajo voltaje. Justo ahí entra el nuevo material y si el LFSO mejorado logra integrarse en aplicaciones comerciales, se obtendría el rendimiento del cobalto con el coste del hierro y una combinación muy esperada.
Aplicaciones más allá de las baterías: aunque el foco inicial está en las baterías, el comportamiento del material tiene implicaciones para tecnologías que requieren control preciso de campos magnéticos o electrones altamente energéticos.
Por ejemplo:
Potencial: este descubrimiento representa una pieza concreta del rompecabezas climático, ya que no es una promesa abstracta, sino un avance con aplicaciones reales y escalables.
Algunas oportunidades reales:
Queda trabajo por delante: reemplazar el antimonio, mejorar la escalabilidad del proceso, afinar la durabilidad, pero las piezas están sobre la mesa y el futuro, no depende de minerales raros ni de condiciones ideales, sino de cómo elijamos usar lo que ya.
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