Internet se ha convertido en un lugar tan confuso que hay mucha gente añorando la web 1.0 y en Neocities se puede revivirla
Buenos Aires-(Nomyc)-La nostalgia es un misterio emocional que no sabemos explicar del todo, por lo que algunos lectores pueden extrañar lo que vivimos en el pasado, lo teñimos de rosa y lo comparamos con el presente, aún sabiendo que quizás eran tiempos peores. Porque... ¿acaso no era peor aquel internet de principios de siglo, con diseños demenciales, estéticas recargadas y muy, muy poco usable? ¿O será que lo que echamos de menos era, precisamente, aquel indomesticado salvajismo de entonces?
La web 1.0 que nos dimos: la web 1.0 se considera la primera época de Internet tal y como lo conocemos hoy, que abarca aproximadamente desde 1991 hasta 2004 y tiene unas características que los más viejos del lugar reconocerán sin problema y entre otras cosas, la comunicación se hacía de forma unidireccional (solo se podía consumir información, no interactuar de forma significativa con las páginas), casi todo era texto e imágenes sencillas, el diseño se apoyaba en tablas, frames y HTML básico, y por supuesto, nada de redes sociales ni colaboración global. Internet era, básicamente, un contenedor de cosas.
Estética característica: ante todo, poseía una estética difícil de abarcar en su totalidad, pero que quienes la vivieron identifican con un lugar y un momento muy específicos y a esa
internet del hipertexto, que ahora parece que se nos muere y de los buscadores organizados por categorías rinde tributo Neocities, un servicio de hosting que quiere revivir la filosofía de los alojamientos gratuitos de Geocities, que nació en 2013 y ya tiene más de un millón de webs alojadas, la mayoría con un tamaño máximo de 1 GB, el tope que permite la opción gratuita del servicio.
HTML a fuego: Neocities equilibra con bastante gracia lo moderno y lo atrasadísimo, como por ejemplo, facilita a los usuarios un editor de HTML, pero integrado en el navegador.
También se pueden usar para construir las páginas CSS y JavaScript, y en el modo gratuito los únicos archivos que se pueden subir son de estos tres lenguajes, además de Markdown, XML, texto e imágenes, pero para que nadie se haga un repositorio de mp3 que, por otra parte, también sería muy de la época, aunque en cualquier caso, los resultados se pueden disfrutar en la galería de webs organizada mediante tags que recuerdan a los webrings de tiempos remotos.
Qué tiempos: todo esto dispara una reacción tipo Pávlov que, en este caso, suena a los maullidos de un módem de 56 Kpbs y a la necesidad de desconectar el fijo para navegar, pero sobre todo, hace que nos preguntemos qué echamos de menos de esta primera encarnación de internet y de manera posible, la novedad es el elemento que más recordamos entonces: todo era un descubrimiento.
Pero de la mano de ese descubrimiento está la sensación de que internet estaba aún por domesticar: los contenidos salvajes, desequilibrados, sin ningún sentido de la medida que obedecían de manera estricta a las inquietudes y deseos de los creadores de las webs, no a algoritmos que determinaban qué era lo que quería ver la gente.
El esfuerzo es lo que se valora: en esta nostalgia, y algo de eso queda patente en Neocities, también hay un elogio del “esfuerzo” propio de cualquier tecnología que da sus primeros pasos.
Los diseños experimentales por accidente, las conexiones lentísimas, los rodeos para contactar con alguien, con direcciones de correo sepultadas en las webs, libros de visitas, foros, los primeros sistemas de chat...: casi que había que construir aquella internet según se iba visitando.
Por todo ello, Neocities es un guiño y un homenaje a aquellos tiempos aunque, siendo honestos, con webs algo más sencillas de transitar y al fin y al cabo, durante todos estos años algo sí que hemos aprendido.
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