Desarrollan electrolito reciclable que permite desmontar baterías de vehículos eléctricos en minutos


La clave para baterías reciclables en vehículos eléctricos


Categoría: TECNOLÓGICAS

Buenos Aires-(Nomyc)-El auge de los vehículos eléctricos promete reducir las emisiones del transporte, pero también plantea un nuevo problema ambiental: la acumulación de residuos electrónicos, ya que muchas Baterías de Litio, al final de su vida útil, terminan en vertederos, complicando aún más la ecuación ecológica y en este contexto, un equipo del MIT ha dado un paso audaz hacia un nuevo paradigma: diseñar baterías que se reciclen solas.

 

Una nueva generación de materiales para baterías: los investigadores desarrollaron un material autoensamblable que funciona como electrolito sólido y que al sumergirse en un líquido orgánico simple, se descompone en sus componentes moleculares originales en cuestión de minutos, lo que no solo facilita la separación de las partes de la batería, sino que elimina la necesidad de procedimientos agresivos como la trituración o la fundición.

 

El material está basado en Anfifilos de Aramida (AAs), moléculas que imitan la estructura del Kevlar y se autoensamblan en agua para formar nanocintas estables, a las que se les añadió Polietilenglicol (PEG), que permite la conducción de iones de litio, creando un electrolito funcional, sólido y de manera mecánica robusto, capaz de soportar las exigencias de una batería real.

 

Este enfoque representa una ruptura clara con la lógica actual, donde se optimiza primero el rendimiento y luego se intenta “arreglar” el reciclaje. Aquí, se ha priorizado la reciclabilidad desde el diseño.

 

Rendimiento y limitaciones actuales: el equipo probó una celda completa con cátodo de fosfato de hierro y litio (LiFePO₄) y ánodo de Óxido de Litio y Titanio (LTO), materiales comunes y seguros. 

 

La conducción de Iones fue efectiva a través de las nanocintas, aunque se observó cierta polarización, lo que indica que los iones tardan en transferirse del electrolito al electrodo, especialmente en ciclos de carga y descarga rápidos. 

 

Aunque esto limita el rendimiento frente a baterías comerciales de alto nivel, no compromete el objetivo principal: hacer más fácil y limpia la separación de componentes para su reciclaje.

 

En palabras simples: el electrolito actúa como “pegamento” entre los electrodos y cuando se disuelve, todo se separa sin esfuerzo, como “algodón de azúcar en agua”, propiedad es clave para automatizar procesos de reciclaje a gran escala, reduciendo costes y residuos tóxicos.

 

Implicaciones y aplicación futura: aunque aún en fase experimental, el enfoque demuestra que es posible repensar las baterías no como productos desechables, sino como sistemas reversibles, listos para ser desmontados sin contaminar, lo que tiene implicaciones profundas en múltiples frentes:

  • Industria: permitiría a fabricantes planificar cadenas de suministro circulares.
  • Legislación: facilitaría el cumplimiento de normativas como la nueva Regulación Europea sobre Baterías, que exigirá mayores tasas de reciclaje a partir de 2027.
  • Geopolítica: ayudaría a reducir la dependencia de nuevas minas de litio, especialmente en países con escasos recursos naturales.

 

Además, ya hay iniciativas que podrían beneficiarse de manera directa de este tipo de tecnologías, como por ejemplo, el proyecto ReLiOn en Alemania, centrado en el reciclaje de litio con bajas emisiones, o la planta de Ascend Elements en EE. UU., que convierte baterías usadas en nuevos materiales de cátodo.

 

Potencial: esta tecnología abre la puerta a un nuevo modelo de consumo energético más consciente y circular y para maximizar su impacto positivo, sería clave:

  • Integrar estos materiales en nuevos diseños de baterías desde el inicio, evitando los costes de adaptación en productos ya comercializados.
  • Establecer normativas que premien baterías reciclables y penalicen aquellas con procesos de recuperación tóxicos o ineficientes.
  • Desarrollar plantas de reciclaje descentralizadas, capaces de tratar baterías a nivel local sin transporte intensivo.
  • Formar alianzas entre universidades, industria y gobiernos, para acelerar la escalabilidad de estas soluciones.
  • Fomentar una cultura de responsabilidad energética, donde los usuarios elijan no solo por autonomía o velocidad de carga, sino también por sostenibilidad al final del ciclo de vida.

 

En un mundo que avanza hacia la electrificación masiva, tecnologías como esta no son un lujo ni un experimento curioso, sino una necesidad urgente y si se logran escalar, podrían reducir de manera drástica los impactos del boom eléctrico, y convertir lo que hoy es una amenaza ambiental en una oportunidad de renovación.

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