Según la OMS el 5 por ciento de la población tiene anosmia lo que en el país representa a más de 2 millones de personas
Buenos Aires-(Nomyc)-El sentido del olfato ayuda a disfrutar de la vida y nos permite percibir los aromas de nuestras comidas preferidas, del pasto recién cortado o del perfume de un ser querido al estrecharnos un abrazo y también es un sistema de alerta, que nos avisa si hay señales de peligro, como una fuga de gas, alimentos en mal estado o un incendio.
Además, el olfato “da el 80 por ciento del sabor, por lo que aquellas personas que tienen afectado el olfato muchas veces pierden el disfrute por lo que comen o beben, lo que a su vez, puede ocasionar una ingesta excesiva porque no sienten nada o disminución del apetito y problemas nutricionales” explicó Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga, experta en olfato y alergista, expresidente de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA), que agrega “además, la pérdida del olfato puede generar cuadros de aislamiento social y depresión, por la desconexión con experiencias sensoriales cotidianas”.
Esta advertencia se realiza con motivo del Día Mundial de la Anosmia, que se celebra hoy, en una jornada dedicada a sensibilizar a la población sobre la pérdida de este sentido y su profundo impacto en la calidad de vida, porque, aunque menos conocida que otras discapacidades sensoriales, puede afectar de manera significativa, el bienestar emocional y la seguridad de las personas.
“Además de afectar la percepción de aromas, algunos estudios mostraron que la pérdida del olfato también puede alterar aspectos como la memoria y las emociones, ya que el sistema olfativo está estrechamente ligado al sistema límbico, responsable de regular nuestras respuestas emocionales”, explica la especialista.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de la pandemia, cerca del 5 por ciento de la población mundial tenía anosmia, y entre el 15 y 20 por ciento, presentaba alteraciones del olfato, cifras que habrían aumentado desde la pandemia, ya que la anosmia fue un síntoma común en pacientes con COVID-19, aunque no hay estadísticas certeras todavía.
“Lo que muchos experimentaron como algo extraño, pero pasajero, para otros es su realidad habitual y entre las principales causas de pérdida de olfato y gusto, se encuentra la poliposis nasal, una condición caracterizada por el desarrollo de pólipos benignos en el interior de la nariz o en las zonas huecas dentro de los huesos de la cara, también conocidas como senos paranasales”, explicó la otorrinolaringologa.
Susana de Barayazarra, especialista en alergia e inmunología, presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC), explicó que “la poliposis nasal consiste en la presencia de pólipos nasales en un cuadro de rinosinusitis crónica, situación que es muy frecuente”.
“Además de la posible pérdida del parcial o total del olfato, genera secreciones, congestión y obstrucción nasal, estornudos, dolor y presión facial, manifestaciones que dificultan el sueño y otras actividades diarias y distintos estudios, sugieren que la intensidad de sus síntomas es comparable con enfermedades debilitantes como insuficiencia cardíaca, dolor de espalda crónico y EPOC” agregó Barayazarra.
“A pesar de todo esto, la poliposis nasal es un cuadro sumamente subdiagnosticado, tal vez porque el paciente se acostumbra a convivir con sus síntomas y a la mala calidad de vida que este le ocasiona, sin realizar una consulta médica, o porque los pólipos nasales pueden pasar clínicamente inadvertidos si no se realizan estudios específicos”, concluyó la especialista, quien también es Directora de la Carrera de Alergia e Inmunología de la Universidad Nacional de Córdoba y jefa del Servicio de Alergia e Inmunología del Hospital Nacional de Clínicas.
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